sábado, 4 de mayo de 2013

Otro día, otra historia.

Debo ser honesta conmigo misma.
Intento ser mejor, intento crecer y superarme cada día. Me propongo metas, me exijo hasta llegar a mis límites, a veces me dejo estar. Soy un intermitente: Me enciendo y me apago.

Apliquemosle un bombero po oe.

Como tirarme un balde de agua.

Me sobrepaso a mi misma por no poder alcanzar la metas que yo misma me impongo. Me dijeron "Eres muy exigente contigo misma", pero si yo no lo soy ¿Quien mas lo va a ser? Por eso es que me frustro y lloro. Colapso mentalmente cada cierto tiempo.


SOY LA REINA DE LAS PELÁS.

¡Sí señores! No, en realidad no. No sé si esto es ser maraca o ser feminista. Igual, el concepto de maraca es super subjetivo. Yo creo que hay dos tipos de maracas: las maracas pasivas, que son las que calientan la sopa y que no se la toman; y las THE RIAL MARACAS, que les dan hasta por las orejas. Bueno, yo vendría siendo del grupo de las primeras. Esas que tiran el palo, y hacen como que van pero no van. Al final, no me debería sentir mal por eso, o quizá sí, no sé en realidad. Pero como a mi me gusta auto-analizarme, llegué a la lamentable conclusión de que es una especie de síndrome, un síndrome que aún no logro encontrarle un nombre. Quizá es un síndrome que ya existe, pero que debería llamarse algo así como... puta, no se me ocurre nada inteligente. El punto es que siento la necesidad de que alguien me quiera, que me digan que soy bonita, que le caliento, o que le provoco cualquier hueá rica, por último que le doy risa. Es culpa de mi déficit de auto estima, y soy consciente de ello, por eso que busco sentirme mejor a través de esas pequeñas cositas. Como el capítulo en que Fromm habla de del sexo y dice que es una forma de... casi de autorealización. No sé que mierda, ese no es el punto. El punto, es que no me quiero, e intento la forma de darle una explicación a estas mierdas de cosas que me pasan.

Es difícil ser maraca.